En Aragón se ha privilegiado de forma sistemática el folklore pirenaico y su cultura, reproduciendo el esquema de poderes que se da en la cultura occidental entre el norte y el sur, tema del que hablé en un post anterior en relación a la falta de atención a las comarcas turolenses por parte del resto de Aragón.
Por otro lado, las culturas rurales han gozado históricamente de un menor valor social que las culturas urbanas, quedando muchos de sus elementos relegados en el olvido. Este es el caso de la cultura masovera, basada en la existencia de un hábitat humano disperso en pequeños núcleos de población comunicados entre sí en territorios de clima mediterráneo. Geográficamente se encuentran tanto en Aragón (especialmente en la zona este Teruel), en el País Valencià y en Catalunya.
La cultura masovera por tanto ha sido doblemente olvidada en Aragón, por tratarse de una cultura periférica y por ser una cultura rural, creada y transmitida por campesinos pobres. Para poner en valor el legado histórico y cultural masovero la asociación Recartografías ha puesto en marcha un proyecto de custodia del territorio en Mas Blanco. El proyecto trata de reconstruir el barrio a la vez que pone en marcha un museo sobre las masías y la memoria rural, además de organizar diferentes jornadas y cursos, como su universidad de verano en la que tuve la suerte de participar.
Foto de Mas Blanco (autor: Chabier Alegre)
La forma de organización social de las masías estaba basada en la institución familiar, en las que todos los miembros de la unidad familiar colaboraban en las faenas agrícolas y ganaderas, con el objetivo de mantener económicamente a la familia, para ello disponían de un territorio más o menos amplio alrededor del Mas del que explotaban sus recursos. La economía masovera tenía por lo tanto una base autogestionada y de autoconsumo, hasta tal punto que en muchas masías no se utilizaba el dinero, aunque sí que se intercambiaban algunos productos con excedente como por ejemplo el vino.
La vida en el pueblo y en los mases difería de forma notable. La economía del pueblo estaba más especializada, mientras que en las masías las familias explotaban su territorio de forma integral. También los pueblos contaban con una presencia mayor de instituciones como la iglesia, el estado, o las fuerzas de seguridad, mientras que el habitat disperso y la dificultad de las comunicaciones hacía difícil la relación de estos poderes con los masoveros en cuestiones tan rutinarias como recaudar impuestos, acudir a misa o a la escuela.
La reproducción social en el mundo masovero se daba a través de la herencia del primogénito varón a través de la figura del “hereu”, común a otras culturas de montaña. El hereu se quedaba con la casa y tenía la obligación de gestionarla de tal modo que sirviera sustento al resto de la familia, también era común que el hereu se casase y tuviese descendencia. Las hijas de la familia debían casarse para abandonar el núcleo familiar, mientras que los hermanos varones debían dejar la casa y buscarse un nuevo sustento si querían tener la oportunidad de tener una vida independiente.
Tradicionalmente los miembros de las familias masoveras se solían casar entre ellos, ya que la dureza de las condiciones de vida propiciaba una mejor adaptación al nuevo Mas por parte de las personas que lo habían vivido desde pequeñas. Para las relaciones entre familias y entre masadas jugaban un papel fundamental los bureos. Los bureos eran fiestas que se celebraban periódicamente en las casas y que congregaban a personas de diferentes masías. En ellas se cantaba, se tocaba música, se hacían bromas o se representaban pequeñas piezas teatrales.
A nivel lingüístico se pueden encontrar numerosos aragonesismos en el castellano de las familias masoveras (espliego, carrasca, ardacho etc.), mientras que en el dominio lingüístico catalán se ha mantenido la lengua propia. Este hecho es importante para el estudio de la lengua aragonesa, ya que estudiar lo que se ha conservado las variedades meridionales extintas del aragonés ayudaría para tener un cuadro completo de la lengua y de su historia.
La forma de vida de los masoveros está en vías de extinción en Aragón, aunque todavía sigue viva en la memoria de las personas que lo vivieron. Las causas de su desaparición las podemos encontrar en diversos factores históricos como el éxodo rural, la estigmatización de las culturas campesinas, la falta de servicios básicos o la importante presencia de lucha guerrillera antifranquista en la postguerra civil, entre otras.
El mundo masovero forma parte de la cultura aragonesa y universal, y es una tarea pendiente recoger y sintetizar su legado histórico. Esta misma semana Félix A. Rivas recopilaba en Twitter todos los libros publicados sobre la vida rural en Aragón escritos por sus propios protagonistas, en el que llama la atención la falta de autores y autoras de Teruel. En este sentido escuchar y registrar la historia de vida de los masoveros o de los trashumantes de la sierra de Albarracín nacidos en las décadas de los 40, 50 y 60 es una tarea pendiente que permitiría tener testimonios de primera mano de un mundo que nunca va a volver y que paradójicamente puede darnos respuestas interesantes para un futuro social y ecológicamente incierto.
Desde este blog agradecer la faena teórico-práctica de Recartografías, asociación que desde Valencia ha sabido valorar este patrimonio y animar a las personas que me leéis a acercaros al museo de Mas Blanco y a indagar sobre la cultura masovera.
Aquí podéis ver un corto documental realizado por la asociación para abrir boca:
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