Publicado originalmente el 18 de febrero de 2020 en Cima Norte.
“Del Moncayo a Collarada,
por los altos Pirineos
Aragón alza su mano
para acariciar el cielo”
Albada de Lituénigo
A las faldas de Moncayo el pueblo de Lituénigo conserva con orgullo sus fiestas de San Blas. En Moncayo, como en el Pirineo, los montañeses guardan tradiciones que nos recuerdan una forma de vida ancestral en comunión con la naturaleza.
Desde el fin de semana anterior a la celebración, los mozos del pueblo se encargan de hacer la leña de carrasca que iluminará el cielo de su pueblo.
Mozo es todo aquel varón mayor de 17 años que no está casado y que está dispuesto a trabajar por el pueblo y por la fiesta. Los Mozos encarnan el centro de la celebración, siendo los encargados de organizarla, financiarla y mantenerla.
Los mozos más jóvenes son los llamados novicios y se encargan de realizar las tareas más mecánicas, mientras que los veteranos, encabezados por el Mozo mayor, se dedican a la gestión.
La fiesta comienza con la tradicional cena de berza y salchichas de los Mozos, que comparten la primera comida en común en lo que será un largo fin de semana de tradición y convivencia. Hacia las doce de la noche encenderán la espectacular hoguera ante la mirada de todos los vecinos. El chaparral prenderá rápido y levantará llamas de más de diez metros de altura gracias al incesante trabajo de los Mozos.
Con el cuerpo caliente y toda la leña en el fuego, en la casa del lugar se prepara el pueblo entero para calentar el corazón y la garganta. Con la tradicional tonada de la charanga comienza la ronda de albadas, que recorrerá las calles de Lituénigo hasta altas horas de la noche.
Es común oír cantar albadas a muchas personas del pueblo, jóvenes, mayores, hombres y mujeres, que a través de la tradición nos hablan de su pasado en común. También nos cantan su presente, porque buena parte de la gracia de esta ronda está en la improvisación y en la amplitud de temáticas que se tratan.
Al día siguiente de mañanas se cantarán las auroras, cantos populares de tradición religiosa similares a las albadas. Seguidamente los Mozos realizarán la Llega, haciendo una ronda por el pueblo en la que replegarán todos los alimentos y aportaciones económicas que hacen los vecinos.
En Lituénigo ya no solo los Mozos tienen su fiesta, sino que las Mozas han creado una nueva tradición desde sus propias ganas e ilusión. Las Mozas celebran sus días grandes en diciembre desde la libertad de no tener el peso de la tradición y la responsabilidad de crear algo nuevo para su pueblo.
Y es que Lituénigo es un lugar de tradiciones vivas que se sabe adaptar a la realidad actual. Porque el sentido de una tradición está en las enseñanzas de generaciones pasadas, no el propio ritual en sí.
Un pueblo que mantiene viva su tradición es una comunidad que le da un sentido compartido. Querer vivir juntos, entenderse, apoyarse para pasar el frío del invierno y disfrutar de los frutos del verano. Eso es el sentido que transmitían las fiestas de San Blas o como cantan en una de sus albadas:
“Canta compañero canta,
Canta que te ayudaré
Por medio una vida tengo
Y por ti la perderé”
Albada de Lituénigo
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